Cada año, días antes de la celebración del Corpus Christi, los diferentes clanes o naciones envían sus delegaciones de coloridos danzarines y devotos a la capilla del Taytacha Qoyllur Rit’i (El señor de la Nieve Brillante) realizando el peregrinaje por la devoción y la fe que poseen.
Existen muchas historias acerca del trayecto y la fe. Una de las más oídas es acerca de las parejas. Dicen que cuando el amor es puro y verdadero, su lazo se vuelve más fuerte y pueden llegar a casarse o de lo contrario, si su amor no es fuerte o verdadero, este puede romperse fácilmente después de ese día.
Había una vez un Pablito que todos los años realizaba su peregrinación. El último año había cometido muchas faltas con su familia y a otras personas. Durante su recorrido no le iba muy bien. De rato en rato se caía o se cansaba rápido. El tramo hacia el santuario de Qoyllur Rit’i se hacía cada vez más largo y pesado como si el tiempo estuviera en su contra.
Los jefes de su comparsa se dieron cuenta y rápidamente dedujeron que el hombre había cometido pecado. Entonces apoyándolo llegaron hasta el santuario donde el hombre realizo su confesión ante el sacerdote de la capilla. Luego de un tiempo se dirigieron hacia el Apu Ausangate para bautizar a los iniciados y rodar en la nieve entre la vida y la muerte.
Todos los Pablitos empezaron a rodar en la nieve para acortar el viaje. Entonces el hombre que había hecho el peregrinaje y su confesión cayó muerto al final de la caída. El padre y todas las naciones rezaron por el hombre para que pudiera ser perdonado por el Taytacha Qoyllur Rit’i.
Toda la nación completa regresó de luto y la enseñanza que se les brinda a los iniciados es que el peregrinaje se realiza con fe, más no solo por curiosidad ya que pueden ser castigados o tal vez alcanzar la muerte.