Comentario

Una ola nueva de feminismo latino

Ayer, me encontré en un pueblo de los Andes y pedí un cuarto privado en un hostal. El viejito que me recibía me dio una sonrisa y dijo, “Linda. Buenas noches. ¿Qué haces acá sola, mamita? Donde está su novio?

Si hubiera pasado esto en California, tal vez, me hubiera puesto los ojos en blanco y con cierto desdén habría dicho, “Qué le importa.” Pero estoy en el Perú y aquí se considera aceptable esa clase de comentarios y preguntas y hasta es normal que los hombres comenten tu apariencia, te coqueteen, y por supuesto lleven tu maleta a tu cuarto. No le contesto todas las veces ni procuro siempre concientizarles en cuanto al hecho de que como mujer sola viajo por todo el mundo sin compañía. Nada más suelo sonreir y decirle, “gracias papi”, y así reconocer su rol masculino de persona mayor, familiar y masculino.

En el Perú, personas que no se conocen se suelen hablar de “mamá” o “papá” para enseñar respeto y cariño y reconocer su papel de dar vida como personas con género sea masculino o femenino. El balance de esas fuerzas complementarias se simbolizan en la pepa del wayruro, roja y negra, y se teje conceptualmente con la vida cuotidiana.

Sisters at Machu Picchu
Sisters at Machu Picchu by Natalie Bankhead

Mientras el Perú tiene fama por su práctica de devoción a la pachamama, la cual es un concepto amplio que encierra la madre tierra, los ciclos naturales de vida y muerte, y de la energía feminina, toda Latinoamérica guarda un respeto particular para la madre. Sea mediante un altar con velas a la Virgen María, sea un tatuaje casi estereotipado de su nombre en el pecho masculino, o un chorrito de cerveza hacia el suelo para agradecer la abundancia de la naturaleza, el Latinoamericano suele hablar y caminar con una admiración para la energía femenina de la creación.

Como Norteamericana entrenada en el feminismo académico, esta admiración y respeto para lo femenino me era una novedad y algo profundamente revolucionario. A diferencia de la mayoría de mis experiencias en la academia o en el trabajo, en Latinoamérica aprendí a esperar que me reconozcan cuando ingreso en una conversación y aún más que me presten atención. Me suelen ayudar con direcciones cuando camino hacia terminales de transporte terrestre peligrosos. Me invitan comida y hasta me dan aventones como forma de caballería que todavía existe acá. Cuando pregunto a los hombres por qué tratan así a las mujeres me contestan sin reflexión que sienten que las mujeres son de mucho valor—casi sagradas—y como tal deben ser respetadas y cuidadas. En estas tierras de madres que dan pecho a sus bebés en público y los cargan en sus espaldas, comencé a valorarme a mí misma como mujer, mis atributos, mis habilidades, mis curvas, y mi poder social.

Sin embargo, ¿qué de la feminidad o del feminismo fuera de este culto a la madre? Pronto después de ir a vivir en Guatemala, me di cuenta que mis conceptos euroamericanos y definiciones de feminismo no tenían enganche acá. Como muchas latinas, me comencé a des-identificar con el feminismo dominante que se desprende de una capa social aventajada económicamente, y más que nada de raza blanca, europea. Ese feminismo me parece centrarse en valorar una agresividad que es una característica no tan respetada en Latinoamérica como en Angloamérica. El feminismo dominante me parece más preocupado en lograr poder económico e independencia. Es decir, cómo ganar espacio y un buen salario para ti con tu cuerpo de mujer dentro de un mundo que favorece a los hombres.

Honduran Circus Performers
Honduran Circus Performers by Natalie Bankhead

En el sur, la lucha me parece diferente. Creo que es por lo que la crítica feminista es de una estructura general del poder del patriarcado. Sin embargo, qué es el patriarcado, cómo se presenta y cómo elabora desventajas sistemáticas, esa preguntas conducen a diferentes conclusiones acá que allá. Aquí las mujeres suelen encontrar una actitud machista, un tipo específico de dominación masculina cuya construcción e inseguridades varían de acuerdo con el país y clase social.

Después de tener parejas latinos, un tema que encuentro es que los hombres suelen idolatrar a su madre—sus tamales, cariño, y más—de una forma que sea inalcanzable para otra mujer que no sea su madre. A la vez, los hombres suelen tratar a las mujeres como objetos sexuales que nunca pueden cruzar de forma completa al dominio público masculino. Los hombres latinos suelen desarrollar fuertes lazos de amistad con otros hombres y, por consecuencia, solidaridad masculina. La rabia apasionada con que protegen su poder económico y social hace que las peleas futboleras norteamericanas se vean como juegos infantiles. “Sangre adentro, sangre afuera” como asevera la película pandillera del 93. El machismo es violento, sexual, y basado en exigir respeto y poder. Hay aspectos paralelos en el patriarcado Euroamericano, sin embargo sus valores y performancia son diferentes.

Entonces, ¿dónde nos deja a las mujeres latinas y a las feministas? A diferencias de sus contrapartidas norteamericanas, la mayoría de la mujeres latinas ha estado trabajando tanto dentro como fuera del hogar, aunque haya sido en trabajos tradicionales femeninos. Las mujeres acá son fuertes. He visto a jóvenes mayas llevar bultos de leña en su cabeza a la vez que cargan su bebé. He visto a mujeres mayores salvadoreñas vestidas con faldas cubiertas de cenizas, cortar caña por la madrugada juntas con trabajadores hombres. Lo que va cambiándose lentamente es el acceso de las mujeres a la educación. En los últimos diez años, las mujeres que hayan conseguido escolaridad han salido de sus roles tradicionales y obtienen más oportunidad y posibilidad de creatividad.

Female sugarcane worker
Female sugarcane worker by Natalie Bankhead

Dentro de los últimos tres años, ha habido una nueva ola de feminismo nacido en Latinoamérica. La generación actual de mujeres, cuyas madres y padres vieron la violencia incontable de guerras civiles, genocidios, y golpes de estado políticos está levantándose. A la vez están abrazando la medicina y hasta el curanderismo tradicional, textiles tradicionales, la sexualidad femenina, y la justicia ambiental y social. Cantantes como Ana Tijoux y escritores como Prisca Dorca Mojica Rodríguez van creando trabajos sutiles, nuevos y políticos que desafían el machismo y lo que significa ser mujer en formas que le vuelven vacía a la cultura pop americana de cantantes como Taylor Swift y Beyonce. La artista dura y terrosa de hip-hop, Rebeca Lane, está rompiendo barreras para mujeres en una industria dominada por hombres, sobre todo al empoderar a las mujeres de países desaventajados económicamente como su Guatemala. Este nuevo estilo de feminismo es abiertamente original.

Lo que es más, las mujeres están saliendo a hacerse sentir, sea en los medios sociales o en las protestas callejeras en contra de la violencia hacia las mujeres. La protesta brasileña de mayo y la de muchas ciudades peruanas de #niunamenos, fueron símbolo de que las latinoamericanas no solo están hablando de la violencia normalizada, la están luchando directamente. Los círculos y grupos feministas, aunque tal vez no se nombren así, están organizándose por todo Centro y Sudamérica. Aún en la Nicaragua muy tradicionalista y católica, las mujeres se juntaron en la plaza central de León en febrero para manifestar en contra de de la taza extremadamente alta de feminicidio en su país.

Lentamente, pero con toda seguridad este movimiento está cobrando fuerza. Su base yace en su rechazo de contenerse en el feminismo académico y asumir los estándares Euroamericanos de feminidad. Insisten en crear algo nuevo: un movimiento basado en la devoción antigua a la pachamama que rechaza la violencia del machismo, el patriarcado occidental y el feminismo elitista.

Collaboration with the next generation
Collaboration with the next generation by Natalie Bankhead

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