¡Feliz año nuevo! ¿Qué?, dices. Esa celebración ocurre en enero aunque cada vez más la fecha de hoy se celebra en los andes como el año Nuevo andino, el kuti willka, mosoj wata, o machak mara.
Es el solsticio, por supuesto, un momento en que la luz del día se encuentra más corta y el sol se para brevemente antes de volver a escalar el cielo. Como resultado, tiene sentido considerarlo como el inicio de un año nuevo. Sin embargo, la historia de la fecha como tal y su celebración tiene otro trasfondo.
Según Carlos Macusaya comenzó en el caldo de cultivo de La Paz, Bolivia de los setenta cuando jóvenes del campo, Aymara hablantes, se encontraron en la Universidad Mayor de San Andrés de la urbe paceña. Se hacían muchas preguntas de identidad y del papel de los indígenas en la sociedad Boliviana. Leían textos, conversaban, hacían arte y de ese entorno muy fértil salió mucho de lo que ha incidido en la cultura Boliviana y la del sur Peruano, como del Cusco.
Esa fue la época en que se forjó en el Cusco una idea renovada y dominante de sí como heredero de una cultura ancestral que debería propagarse y mantenerse dentro de la ciudad y el departamento. En esa búsqueda, Daniel Estrada Pérez es una figura clave, aunque no único, como el alcalde de la ciudad y un actor político prominente.
Fue en ese entonces que la idea del arco iris, y sobre todo la bandera multicolor fue establecido como algo gobernante de un Tawantinsuyo ancestral y renovado en la ciudad del Cusco. En este período se cambió el deletreo del nombre de la ciudad de Cuzco a Cusco y se propagó una justificación poderosa y emotiva basada en oposición a los españoles y la conquista. Los nombres de muchas de las calles de la ciudad se cambiaron al Quechua y ese idioma se tornó más celebrado aunque menos hablado como algo oficial que pertenece a la ciudad y las danzas folklóricas se codificaron y se tomaron para representar la cultura oficial de la ciudad.
Empero, hay diferencias claves. En el Cusco las ideas tomaron forma como un movimiento de élites, aunque por cierto hay muchos variantes populares de los argumentos, interrogantes e ideas que no se cristalizaron en lo oficial. Se puede observar esto en los días festivos por el día del Cusco, donde se realizan y se presentan. Casi todo se centra en presentarse ante los jueces quienes están en las gradas de la catedral donde permanecen las autoridades de las fiestas y de la ciudad. La jerarquía es uno de sus sentidos centrales.
El año nuevo andino provino, más bien, de un juego de sentidos y organizaciones basadas en ideas de comunidades y acciones solidarias, el cual contribuyó a la elección del MAS y de Evo Morales a la cima de la nación. Sin embargo condujo al nacimiento de un movimiento cultural horizontal que replantearon Bolivia y también Perú como países donde los indígenas son la base y por consecuencia deben establecer los patrones culturales, sociales, económicos, y políticos.
De este movimiento vino la wiphala que se diferencia de la bandera arcoíris del Cusco en que no es jerárquica ni tampoco es propiedad.
Asimismo produjo una búsqueda de símbolos y ritos ancestrales que pudieran contribuir a la existencia urbana. Mucho de lo rural se conectaba a cosmología y significados locales que no se prestaban fácilmente a lo urbano. Sin embargo, de interrogantes de tales como por qué los judíos, los chinos, y más tienen su propio año nuevo cuando no lo tenemos nosotros se desarrolló una nueva celebración ancestral llamado el año nuevo andino.
La idea y la celebración han cobrado fuerza y ahora son una corriente cultural muy importante en los andes. Se forma parte de una vida exigente de ser Aymara o Quechua, los cuales son identidades étnicas ancestrales relativamente nuevas que exigen la formación de públicos y naciones.
Y así, feliz año nuevo. Con la luna llena y el solsticio es un momento excelente para recargarse de poder de los orbes celestiales y ponerse de lado de sociedades más justas y el buen vivir.
