La Mamacha Carmen, es decir la Virgen del Carmen, entra en atención pública hoy cuando en todo Perú se celebra su fiesta. En Paucartambo, la capital de la provincia cusqueña homónima, se realiza una gran celebración junto con batallas y dramas rituales.
Tanto buses como autos privados parten de la ciudad del Cusco y de otros departamentos buscando al pueblo colonial y encantador entre las alturas y tierras bajas. Late con el movimiento de gente. Van a apreciar, por cierto, y también a participar. Comen y bailan a la vez.
Todo un abanico de danzas y comparsas se presentarán por las calles y plaza del pueblo. Son compuestas más que nada de residente y paucartambinos que viven en otras ciudades y departamentos pero quienes vuelven a saludar a su tierra y a re-establecer y mantener su posición entre sus compatriotas. Las hermandades quienes organizan las comparsas han contratado una casona donde pueden estar y comer. Así se llevan a cabo los rituales y asuntos de su organización. Además pueden enseñar su hospitalidad al recibir a quienquiera pase por sus puerta e invitarles siquiera una buena comida.
Hay dos danzas claves, los comerciantes Qollas de altura llamados Qapaq Colla y los Chunchos quienes representan a los de las tierras bajas. Realizan en medio de la fiesta una batalla ritual a la vez que traen bienes a los pueblerinos.
Cuando la Señora del Carmen sale de su iglesia será acompañada por un gran número de fieles en su entrada poderosa y elegante. A la vez, los saqras, es decir demonios, estarán presentes en los techos y balcones para intentar tentarle al pasar a su lado. La tentación, aunque llena de color cristiano, lleva también bastantes matices andinos, por ejemplo la lucha continua entre cielo y tierra donde ni el uno ni la otra prevalece. Siguen como opuestos, tentándose.
El momento, es de gran majestuosidad, algarabía, y poder.
