Cuenta mi abuela que un día una pareja de esposos muy pobres habían sido invitados al techado de la casa de unos vecinos que vivían a unos 100 metros de su casa. Un día antes de tal evento la pareja se preguntaba que debían llevar para colaborar con el almuerzo, aunque que sean pobres no irían con las manos vacías. Entre sus alternativas estaba llevar gallinas o cuyes.
Entonces el esposos dijo mejor llevaremos unos 5 cuyes, pues gallinas tenemos muy pocas. Al amanecer del día siguiente, se levantaron muy temprano para coger los 5 cuyes en un saquillo. Al tener listo los animales, salieron de su casa rumbo a la casa del vecino. Llegaron temprano, aún no habían llegado los demás vecinos. La mujer rápidamente se puso a ayudar a su vecina con los preparativos. Piso sus cuyes en un corral para uno por uno ir matándolos y pelándolos para llevarlos al horno. Al poner los cuyes vió que salieron 6 cuyes del saquillo. Ella muy sorprendida dijo que raro, sólo metimos 5 cuyes.
Entonces llamo de inmediato a su esposo y le pregunto :¿ cuántos cuyes atrapaste?, a lo que él respondió: atrape 5 cuyes, ¿ por qué lo dices mujer?. Ella le mostro y le dijo: trajimos 6, ¡véalo con sus propios ojos!. El marido vió que eran 6 y dijo debimos contar mal, guardemos rápidamente uno de ellos antes de que lo vea a vecina. Rápidamente el marido metió un cuy en el saco, uno de color amarillo, pues él dijo, este cuy amarillo será bueno para mezclar con los otros cuyes. ¿Mujer no recuerdo que hayamos tenido este color de cuy?. No importa, lo guardaremos en ésta esquina hasta que termine el techado y nos vayamos.
Al terminar el techado de la casa, todos llenos de alegría empezaron a tomar la chicha. Cuando estaba oscureciendo, las pareja de esposos, un poco borrachos decidieron marcharse a su cas. Al salir tomaron el saquillo que habían guardado con el cuy y caminaron rumbo a casa, según iban caminando el cuy pesaba cada vez más y más. Como estaban un poco borrachos, el esposo se reía y decía este cuy está más pesado o yo estoy más débil. La esposa también comentaba y decía, lo que tú estas es viejo y sin fuerzas.
Finalmente llegaron a su casa, el hombre tan cansado se echo en su cama y la mujer decidió soltar al cuy para que comiera con los demás. Se sorprendió al no poder cargar el saquillo con el cuy, tuvo que llamar a su marido, que molesto tuvo que levantarse a ayudarla, al sacar al cuy, se dieron con la sorpresa de que el cuy no caminaba. Al cargarlo se sorprendieron más porque este cuy se había convertido en un cuy de oro. De tanto asombro hasta se les fue la borrachera, no lo podían creer, era un cuy de oro muy pesado, se abrazaron y lloraron de felicidad, pues con esto su vida cambiaría completamente.
Algo parecido me sucedió a mí, yo no conocía esta historia, mi abuela nunca me lo había contado. Un día cuando me escapaba de unas ovejas, por el miedo me subí al cerco que rodeaba nuestra casa. Éste cerco dividía la casa con un gran canchón de árboles de eucalipo. Con mucho miedo desde el cerco miraba que no se acerquen más las ovejas, de pronto algo llamó mi atención. Un árbol que estaba cerca mío tenía en el tronco una gran culebra color amarillo que estaba enrollada en el árbol. Me asuste aún más y voltee a llamar a mi mamá para que me ayudara.
Al volver a mirar el árbol, ya no estaba la culebra, había desaparecido completamente. Al llegar mi mama para ayudarme y ver por qué gritaba tanto. Me ayudo a bajar del cerco y le conté lo que había visto a ella y a mi abuela. Entonces mi abuela me dijo: ¡no debiste perderla de vista, debiste sacarte tu chompa y cubrirla! Se hubiera convertido en oro, era tu suerte pero la perdiste, por esta razón mis amigos se las cuento hoy. Sí un día se les aparece cualquier animal que tenga color amarillo fuerte que casi no es usual. No lo pierdan de vista y cúbranlo con algo y se convertirá en oro.
Dice mi abuela que cada uno de nosotros tiene una de esas oportunidades en la vida, pero como nos sabes la historia al igual que yo se la pierden.