
Bajo un sol radiante, la Plaza de Armas del Cusco se alista para una de sus celebraciones más grandes del año, el sucesor histórico del gran Inti Raymi Incaico. Me refiero a Corpus Christi, la fiesta del cuerpo de cristo y también de la ciudad y sus barrios tradicionales.
Los santos se encuentran a ambos lados de la puerta enorme del recinto religioso con el dorado de la Virgen de Belén detrás, la anfitriona de la fiesta y la patrona de la ciudad. Se ha armado un altar de plata frente al oro de la catedral, el plateado de una luna que recién termina de ser una luna llena, frente al oro de un sol fuerte de lo que en Cusco llaman verano aunque según el sistema internacional sea invierno.
El escenario se alista para una misa al aire libre, el sucesor de los grandes ritos cívicos y religiosos que ofrecían los Incas en este espacio sagrado y una procesión intensa y masiva por la Plaza. Toda la sociedad se presenta en este momento en que antes se recibía al sol y le hacían crecer durante el solsticio y ahora con una fiesta movible que celebra el cuerpo de su dios, el Cristo que ha muerto y el sacramento de la comunión que le vuelve parte de todo su pueblo.

Ayer, después de días y aun meses de preparación los santos salían en procesión de los templos que les albergan con sus feligreses, danzantes, cofrades, y prestes. Paraban en diferentes lugares para reconocer la particularidad de cada santo y su devoción y para que los devotos pudieran reconocerlos. Trazaban así diferentes rutas sagradas por la ciudad aunque todas terminaban en la plaza central donde la catedral, la casa del obispo y del Santo Patrono, el Señor de los Temblores quien no sale en esta ocasión.
La gente habla de las particularidades de los santos, como la jerarquía entre San Antonio Abad y San Cristóbal, quienes comparten el mismo templo siempre con algo de celos, y la competencia en llegar de los puntos más distantes de San Jerónimo, el doctor de la iglesia y San Sebastián. Dicen este año que los padres han prohibido la competencia pero igual se siente aunque se procura no ceder a ella.


Por su complejidad, incluyendo la multitud de historias y particularidades de cada zona y sus devociones y de todas las diferentes hermandades con sus historias y tradiciones, y por la complejidad sonora en músicas diferentes encima la una de la otra con las campanas de la iglesia se hace no solo una algarabía sino un tejido de lo que es el Cusco esta ciudad majestuosa con alcurnia. No hay como ella.


