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La Muerte, México y Perú

Se nos termina pronto octubre y los muertos se vuelven cada vez más visibled en nuestra vida ordinaria. En el Perú, sin embargo es primavera y comienzan las lluvias. Florece la vida y reverdecen los cerros. Al norte de la línea ecuatorial, es otoño. Los días son más cortos y la oscuridad reina cada vez más.

Me hace recuerdo de un octubre cuando esperaba el bus en Salt Lake City y conversaba con un estudiante de colegio que pronto se graduaba y esperaba conmigo casi todos los días. Ya nos habíamos llegado a cobrar cierta confianza. Me contó que tenía miedo de la Santísima Muerte, una figura de devoción popular en México y también entre los mexicanos en los Estados Unidos, sean de acá o de allá. Me dijo que, a diferencia de algunos familiares suyos le temía por que sí te concede lo pedido es muy celosa. Si no cumples con lo prometido te cobra muy duro, hasta te quita la vida, y luego se lo cobra a tus hijos. No es de perdonar jamás.

Aunque la iglesia católica oficial le rechace, La Santísima Muerte es importante en México y forma el tema de ensayos y libros académicos y más.

Asistí cerca de esa conversación a un congreso académico donde escuché discursar al antropólogo Andrew Chesnut, quien acababa de publicar un libro sobre ese santo popular. Hizo una comparación con el resto de Latinoamérica y encontraba una figura de devoción popular similar en casi todos los países que personificaba la muerte, así tan simple. Donde no encontraba fue en los Andes centrales, o sea los países del viejo Tawantinsuyo.

En México, La Parca, como le llaman a la muerte, viene por todos y su imagen se basa en ideas e imágenes españolas que datan de los años de la plaga medioeval, aunque dicen que cuenta con raíces indígenas.

La Santa Muerte
La Santa Muerte

Como en México, la muerte viene a todos. Sin embargo, las tradiciones populares no enfatizan una personificación dela muerte tanto como la preocupación de cómo se le socializa, cómo se asegura una transición ordenada de los seres queridos, y de cómo se mantiene por años una relación con los difuntos tuyos (por lo menos por tres años) y les mantienes como parte de tu familia y red social.

El folklore peruano se colma de cuentos de muertes que no han hecho la transición debida. Muchos son los que están penando (sufriendo por sus pecados y por no poder dejar esta vida) y, por consecuencia siguen caminando en las alturas de las montañas y, a veces, en las vecindades. Y si no es un condenado, quien tiene cuerpo todavía, puede ser el alma de un difunto que todavía no se libera de este mundo. Además, hay machus, o machukuna, es decir los antiguos. Ellos también aparecen en la sociedad y hasta pueden embarazar a las mujeres. En cuenta que los Incas todavía viven en las cuevas y túneles. Los momentos de contacto con cualquiera de estos muertos son peligroso.

Pronto las calles del Cusco se llenaran con pan wawas los cuales se estiman y se comerán como parte de la celebración de los ritos de los comienzos de noviembre. Muchos les harán bautizar, manifestando así el tema de la socialización.

La muerte se asocia, en el Perú, con el re-nacimiento y con la vida. No es de sorprender, entonces, que antes de reconocer y elaborar una celebración del día de los muertos, se celebra el día de los vivos, ambos con comida y bebida en familia.

La muerte no se personifica ni se desencadena para que ronde libremente por el país en Perú. Los que se han escapado de las cadenas rituales de familia y sociedad son los condenados y los machukuna, o las almas penantes.

A Representation of the Day of Deads in a Wall
Representación de la muerte en un mural en el cementerio de  Cusco (Walter Coraza Morveli)

La idea de diferencia entre culturas y sus formas de ritualizar y comprender la muerte fascina y requiere mucha más investigación comparativa, aunque ya se aproxima el período de celebrar a los muertos, sea en época de lluvia primaveral o de oscuridad de otoño, cada lugar con lo suyo.

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