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Amor en los tiempos de Starbucks

Tan sólido y fijo, como las montañas de Cusco, es la impresión que se tiene del gran idioma español. Cuenta con quizás mil años de historia y es uno de los mayores idiomas del mundo con cientos de millones de hablantes y una vasta biblioteca de textos. Sin embargo, a veces, me parece como arena que pasa entre los dedos.

Ahora último, un verbo en particular me llama la atención a medida que vaya cambiando su significado y uso. Creo que es un barómetro. He observado y sentido su transformación en La Paz, Bolivia y Cusco y Lima, Perú, aunque veo evidencia de su cambio en todas partes del mundo hispano.

La palabra es simple, de hecho una de cuatro letras, amar. En español, a diferencia del inglés, su uso protegía algo sagrado con altos muros que convertían su pronunciamiento en un evento. Amar se usaba con tu cónyuge y con nadie más. En contraste la palabra love, su traducción y un conjunto simple de sonidos o letras, una sílaba, se podía usar para todo como el verbo querer. De un sentimiento concentrado, se expande a una niebla fina y diáfana antes de desaparecer en «me gusta».

El cambio en amar me chocó fuertemente, hace poco, cuando entré a un Starbucks en la Ciudad de México para pedir un Frappuccino, la bebida del momento inventado allá. En el mostrador había un letrero que decía en letras grandes y negritas: «Nuestra promesa, Queremos que ames tu bebida. Siempre la haremos como a ti ti gusta «.

Letrero en Starbucks de Cusco (Foto: David Knowlton)
Letrero en Starbucks de Cusco (Foto: David Knowlton)

Junto con el uso quizás excesivamente liviano del pronombre familiar, el verbo amar que describe su relación con una bebida debe sonar extraño y exótico en español, en cambio, más bien se ve algo efusivo.

Escucho a personas que usan amar ahora, generalmente, jóvenes de la generación del milenio, para describir sentimientos sobre programas de computadora, autos deportivos, zapatos, su país, sus amigos y, sí, incluso bebidas y comida.

El mundo ha cambiado El hecho de que Starbucks lo use me sugiere, quizás incorrectamente aunque no lo creo, que la transformación ha llegado en las mochilas de los del milenio y, por consecuencia, en el vínculo entre ellos y el lenguaje imperial de marketing, el inglés. Las personas mayores, como de mi generación, todavía lo usan a la antigua e insisten en que el uso milenario es inaceptable en español. Pero esa nueva generación ha alcanzado la mayoría de edad y está ligada al marketing, los centros comerciales, las películas, la publicidad y las redes sociales. Lo suyo gobierna cada día más.

Es como si la palabra inglesa love fuera tan pegajosa como una mala relación sentimental. Se adhirió a amar y lo atrajo a su mundo sin dejarlo volver a lo suyo. El deseo y el amor son motivos del mercado y las relaciones sociales, así como el nacionalismo y el fanatismo. Amar ahora levanta puentes entre el viejo mundo del español tal como era y su nuevo mundo como dependiente del inglés comercial.

En cualquier caso, ahora me lo han dicho. Mi moca Frappuccino es algo que debo amar. Supongo que lo procuraré para no quedarme muy atrás.

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